28 de diciembre de 2018

La dulce broma de Lili

GIFS HERMOSOS: MUÑECAS ENCONTRADAS EN LA WEB
Imagen obtenida en la red
Lili, el hada azul, tiene cara de muñeca y unos preciosos y grandes ojos claros así como unas bonitas orejas que recuerdan a las de un duende. Claro, por eso es un hada. Es algo traviesa y muy coqueta, le encanta ir a la moda del Bosque Imaginado pero tiene el corazón lleno de margaritas que siempre dicen sí. Y vive en una eterna maleta.
Es una de esas hadas a las que les gusta la música y que viven cerca de los  libros, entre letra y letra, entre palabra y palabra dibujando sonrisas, dando sustos, dando qué pensar... pero, sobre todo, lo que más le gusta es contar cuentos. ¿Y qué voy a decir de su magia? ¡Ay, su magia! Es tan azul como las rarezas de Qamar o como el pelaje de Ratón.

Tiene sus ratos pues, como bien sabéis, hay hadas con magia desde el punto de la mañana hasta que cae el sol que es cuando duermen y recuperan fuerzas. Hay otras que son nocturnas y justo en este punto del ocaso es cuando están en plenitud de facultades y su magia toma todo el poder.
Lili desde cuando está despierta o se antoje la ocasión como es el caso.

Hay varios días en el calendario que le son muy gratos: el solsticio de verano, el de invierno, el día de la primavera, el día de las hadas... pero el que más gracia le hace es el día de las bromas que viene marcado en el calendario el 28 de cada diciembre, porque ese día es el dedicado a las inocentadas, a hacer pequeñas jugarretas sin ánimo de hacer daño, el día de hacer gansadas... Se le habían ocurrido mil y una ideas para celebrarlo y hacer honor a la inocencia, aunque, en este caso, más bien a la ingenuidad. Si es que hay seres que no tienen malicia y Lili, desde su maleta, es una de ellas.
Pensó que sería divertido hacer una broma a Ratón. Con Qamar es más complicado porque, a pesar de que sale todas las noches, no siempre se la pilla, además, que ve venir antes de llegar. Ratón es de buen conformar y casi todo le parece bien asi que decidió que sería él el bastión de su jugosa broma.
Sabía que Ratón se pirra por los dulces, sobre todo por unas bolitas de anís rellenas de piñón. Se le hace la boca agua y se le cae hasta la baba por debajo de los bigotillos. Así que no lo pensó dos veces, y durante días, con mucha paciencia, fue cogiendo pequeños granitos de pimienta roja, que es la más suave, y con mucha minuciosidad los fue rebozando de chocolate y esto, a su vez, en nubes de algodón. Se tomó su trabajo muy enserio. Cuando dispuso de unos cuantos, suficiente cantidad para llenar un bonito cuenco, dejó todo convenientemente dispuesto en el alfeizar de la ventana para que Qamar le inflara un poco de frío y así las bolitas quedaran compactas.

—Quedarían perfectas con un poco de coco rallado. Parecería que están escarchadas.
—De eso nos encargamos ambas—dijo Qamar, soplando un poco y bañando las bolitas de rocío helado, como perlitas milticolores. Lili movió su varita mágica y dio a la escarcha un suave sabor a coco.
—¡¡Perfecto!! —rio la hada Lili—. ¡Me encanta!

Imagen libre de la red

Qamar sonreía. Era cómplice como de tantas cosas tantas veces.. A quién le iba a encantar la broma sería a Ratón que disfrutaba en muy pocas ocasiones de un manjar  como aquel: bombones de chocolate con una pizca de pimienta. Pero la luna no dijo nada. Prefería ver disfrutar al hada que estaba segura de que el olorcillo de las nubes llegaría hasta su amigo y este no tardaría en aparecer. Le conocía demasiado bien. Así fue. Al poco rato llegó, así como quien no quiere la cosa.

—¡Lili, qué bien huele! —exclamó, ojiplático.
—Dicen que lo que bien huele, mejor sabe. ¿Quieres probarlo?
—¡Mmmm! Sí... —Lili sonreía mientras disponía el cuenco con las bolitas sobre la mesa y luego servía un poco de té para acompañar la charla. Ratón con sus patitas se afilaba los bigotes y tragaba saliva por la emoción de devorar aquella vianda.
—Come sin miedo. Son para ti todas en realidad.
—¿De verdad? ¿En serio?
—Por supuesto —respondió Lili. intentando no carcajearse ante lo que se estaba avecinando.

Ratón tomó la primera con mucho cuidado, como si fuera un ritual que hubiera que apreciar desde el primer instante. Introdujo la bolita en su boca y saboreó. Cerró los ojos y pareció hincharse de gozo.

—¡¡Mmmm...!! —Lili lo miró algo sorprendida. Ella esperaba que protestara pero al no hacer nada, le animó a seguir comiendo. Tal vez no había echado suficiente pimienta o él estuviera disimulando— ¿Te gustan?
—¡Me encantan, Lili! Muchísimas gracias. ¡Están buenísimas! Eres una gran pastelera.
—Gracias..., gracias —respondió, perpleja. Qamar asomó por una esquina de la ventana. Miró a través del cristal y volvió a sonreír. El chocolate se pegaba a los dientes de Ratón y este se relamía de gusto.
—¿Por qué no comes tú,Lili?
—Las he hecho para ti —sonrió. Ratón le tendió una bolita y ella no tuvo más remedio que comerla. Seguramente, en aquella bola ahí más cantidad de picante que en otro o, simplemente, que a ella no le gustaba el picante.

Y así parecía quedarse la cosa. Lili pensaba hacerle una pequeña jugadilla a su amigo y este se deleitó con la ocurrencia que agradeció de corazón. Y es que Ratón es ratón pero de morro muy fino.
A veces las historias no salen como uno quiere. Salen mejor. El hada azul le contó que intentaba hacerle una broma. Ratón la miró sorprendido.

Fotografía de la red

—¡¿Una broma, Lilli?! ¡Pero si me has hecho el regalo más dulce que puedas imaginar! —exclamó, divertido. Qamar se echó a reír y, al instante, sus dos amigos estallaron en una sonora y larga carcajada.
—¡Qué inocente soy!  —rio Lili al tiempo que negaba con la cabeza.



21 de diciembre de 2018

Un año más 
y llega ese momento donde el corazón se queda pequeño 
de tantos deseos buenos que transporta.
Desde aquí, 

Ratón 


yQamar


os desean la mayor felicidad  posible y que disfrutéis de la vida que sí, es como un cuento donde cabemos todos con nuestras historias, y no olvidéis dejar libre al niño o niña que lleváis dentro porque no hay mayor gozo que saber que está vital, con su inocencia y su fuerza.

Feliz Navidad
Y
Próspero Año Nuevo 2019

19 de diciembre de 2018

Willson, el gato que odiaba la Navidad

Vladimir Rumyantsev

Qamar llevaba un buen rato observando a aquel ser de pelaje naranja y rayas más claras. Se perdía entre las sombras pero las luces brillantes, cuando se acercaba a ellas, le delataban. No tenía miramiento alguno. Dicen que gato con guantes no caza ratones pero este gato, que no cazaba ratones, sí usaba guantes, los necesarios para no quemarse cuando se dedicaba a desenroscar las bombillas que iluminaban los adornos navideños o a esconder sus huellas cuando tiraba piedras o se hacia dueño de lo ajeno, y había llegado bastante lejos armado con su cazamariposas. Sí, era un gato que odiaba la Navidad.

Qamar le tiró de la cola, dándole el alto.

—Pero, ¿qué estás haciendo?
—¿¡A ti qué te importa!?¡Métete en tus asuntos!
—¡Tú eres mi asunto ahora mismo! Vuelvo a preguntarte, ¿qué estás haciendo?
—Lo que ves —respondió el gato tirando una piedra a un abeto lleno de guirnaldas.
—¿Crees que eso está bien?
—¿Quién dice que está mal?
—Yo te lo digo —aseveró la luna—. ¿No te das cuenta de que quien ha puesto estos adornos se ha tomado su tiempo  y que lo ha hecho con buena voluntad?
—¡¡Buagh!! —bufó, zafándose del rayo de luna que todavía se agarraba a su cola.
—Y eso no es lo peor, gato...
—¡Soy Willson, metomentodo! ¡Willson!
—Usted perdone, don Willson... ¿o debo llamarle señor Willson? —preguntó la luna  con cierta ironía.
—Will es suficiente. Y ahora, métete en tus cosas que yo tengo mucha faena.
—Escúchame bien, Will —dijo Qamar,colocándose tan cerca de él que solo una inmensa luz blanca se pudiera ver ante sus ojos. Las verticales pupilas del gato se cerraron al máximo, y protestó, aunque de nada le sirvió—. Con esto que haces lo único que consigues en enfadar a mucha gente y romper sus ilusiones. Es una época en que hay un espíritu diferente. Sí, cierto, piensas que hay mucha hipocresía y te preguntas dónde estaba hasta ahora toda esa gente buena y con estupendos deseos. Los seres de buenos pensamientos no necesitan de estas luces, ni de estos adornos porque para ellos, Navidad es todos los días, pero hay otros que sí lo requieren para que despierte en ellos todo eso. Navidad es una extraña enfermedad. Surge una vez al año y tiene su propia sinfonía, su propia banda sonora... ¿Con quién pasas los días, Will?
—Con cuatro gatos que andamos por ahí perdidos. Soy un gato de la calle. Nací en ella y en ella voy a morir. Me gustaría París pero queda muy lejos. —Qamar se dio cuenta de la ironía de aquellas palabras y de la indiferencia que parecía residir en ellas pero sabía bien que bajo ellas había un alto grado de soledad, incluso de frustración. Intento sonreír mientras Willson intentaba arrancar una bola roja al abeto. Qamar se lo impidió, dibujando en su blanca cara una sonrisa que sonrojó al gato.
—Veras, hay un cuento que parece de Navidad pero no lo es, lo que pasa que sucede en esta época. Se llama Cuento de Navidad, escrito por Charles Dickens, un escritor inglés, en 1843 y llevó el título original de Christmas Carol (cántico de Navidad). Cuenta la historia de un hombre supuestamente malvado y huraño llamado Ebenezer Scrooge. Scrooge era una persona mayor y sin amigos, sobre todo, tras la muerte de su socio de empresa. Vivía en su mundo, nada le gustaba y menos la Navidad, decía que eran tonterías y quitadineros —Willson asintió—. Todos los días hacia lo mismo, sin más motivación que refunfuñar y enfadarse. Paseaba por el mismo lugar y, mientras todo a su alrededor era alegría, él se sumía en su mundo de soledad ya que nadie le saludaba aunque no se daba cuenta de que la gente le observaba con pena. —Willson, en cierto modo, se veía reflejado y dejo que Qamar prosiguiera—. Era justo los días Navidad y una  noche se le apareció el espectro de su socio para decirle que en las noches siguientes llegarían tres nuevos fantasmas...
—¡Deja..., deja, no me cuentes tonterías de fantasmas y cosas de esas!
—Como gustes pero te aseguro que la historia tiene su miga y que al final te darías cuenta que todo es mejor cuando uno es amable y generoso con los demás porque es la mejor forma de serlo con uno mismo.
—Escúchame bien, luna entrometida, sigue tu camino y brilla para esos que se pegan la noche contemplándote pero yo he de seguir con mi trabajo.
—Va a ser que yo te voy a acompañar porque no vas a robar ni fundir ninguna bombilla más, no vas a coger ningún adorno ni cosa parecida. Ahora mismo, mi querido Will, te vienes conmigo. Voy a ser tu  "fantasma de Navidad" —aseguró, cogiéndole suavemente de la oreja. Y así, como por arte de magia, lo llevó ante todos los escaparates de la ciudad, le dejo oír todas las risas y comentarios de los niños, como con ilusión se quedaban boquiabiertos ante los cientos y miles de bombillas encendidas que iluminaban la ciudad..., lo bajó hasta las humildes moradas donde a pesar de lo poco que había se vivía con cierta esperanza. Sí, le hizo revivir, en modo alguno, la pesadilla del señor Scrooge. Le dio una sobredosis de buenos sentimientos y deseos, y le metió, como a embudo, el sentido de la Navidad.

Luego de estar el tiempo sin tiempo de un lado para otro, reposaron en el alfeizar de la ventana de Ratón.

—¿Para qué me traes aquí? ¿¡No te ha sido suficiente el meneo que me has dado de un lado a otro que ya vengo mareado?!
—¡¡SShhh...!!

Willson observó a través de la ventana. Se le hizo la boca agua al ver al ratón faenando en la ratonera. Qamar le dio una suave colleja entre las oreja, tan suave que ni se le movieron los pelos. Ratón estaba tranquilo porque solo veía el reflejo de su lunita. Lo que desconocía es que la magia de Qamar había hecho invisible al gato, y este también lo ignoraba.

Ratón se dejó caer en el sillón y subió los pies al escabel. Un profundo suspiro emergió desde el fondo de su pecho. Casi hasta su alma había aleteado. Estaba cansado pero lleno de satisfacción. Su mirada se perdió en las llamas chisporroteantes de la chimenea mientras el ponche dulce de arándanos se refrescaba en la ventana, que ni era era ponche ni era dulce ni tenía arándanos pero sí estaba muy bueno y era imprescindible en cada celebración. Pronto llegarían sus amigos y todos juntos celebrarían la cena de Nochebuena.
Observo con detenimiento todos los detalles: adornos por las paredes, calcetines en la chimenea, el árbol de navidad donde estaba ya colocado el regalo para Qamar y aquel otro que le había correspondido en el juego del amigo invisible. La mesa estaba también dispuesta mientras en el horno se iba terminando de hacer el asado de esa noche.
Qamar echó un poco de rayo de luna en la jarra del ponche. Le dio un poco más de brillo y, sobre todo, de frío para que estuviera mucho más apetitoso. Luego, tocó en el cristal para llamar la atención de su amigo que, lleno de alborozo, se acercó a abrir la ventana.

—¡Qamar..., Qamar, lunita mía!
— Hola, Ratón. ¿Ya lo tienes todo listo?
—Sí... Son casi las nueve y media así que pronto llegarán los invitados.
—¿Puede sumarse uno más?
—¡Claro! Tus amigos son mis amigos... —La impresión de Ratón fue sobrerratuna.  Los ojos casi saltaron de sus órbitas con la misma pulsión que su corazón del pecho, y tanto fue el impacto que perdió su tono azulado para pasar a un blanco casi transparente. Lo que él no podía imaginar de forma alguna es que ese amigo fuera un enorme gato naranja a rayas, con unos grandes ojos claros que como luceros se fijaron intensamente en él, con una sonrisa de punta a punta de oreja que más bien, el pobre ratoncito, sintió como una cascada a punto de enjugarlo como comida.

Gato naranja, obra de Braldt Bralds

—¡No te asustes, mi querido Ratón! Es inofensivo.
— Pero... pero... —balbuceó Ratón.
—Tranquilo. No hará nada. No se lo permitiré, bien lo sabes, pero le he traído para pasar con nosotros estas fiestas y conozca nuevos amigos. Es Willson pero le gusta que le llamen Will —presentó.

De pronto, todo se tornó de un blanco azulado, como si el viento estuviera moviendo pequeñas estrellas de nieve o de hielo. Cuando aquel pequeño huracán mágico se calmó, apareció un gato a rayas naranjas del tamaño de Ratón. Pudieron mirarse de tú a tú. Ratón se echó a reír y abrazó al gato con tanta fuerza que a este se le enredaron los bigotes y las rayas se le volvieron espirales, como bufandas.

—¡Bienvenido a mi casa! Aquí tienes un amigo, Will. —le dijo Ratón, dándole un par de apretones en los hombros.

Willson no sabía bien qué decir. Todavía estaba mareado por la impresión de cambiar de tamaño. Es más, estaba confundido. Agitó la cabeza y el cuerpo esperando que fuera un sueño y pudiera despertar. Pero la realidad era la realidad. Ahí estaba, entre la luna y un ratón que le invitaba a su casa, a sentarse a su mesa  y compartir lo que tenía con él y sus amigos que también era roedores de larga cola y bigotes inquietos.

Ratón de fieltro | De la red

—Qamar... —susurró Ratón—. No tenemos regalo para Will. Todos traerán algo y él se quedará sin presente. ¿Y si le damos esta bolita?
—Ratón —intervino Will—, no te preocupes por eso —siguió, pasando un brazo por encima de los hombros de Ratón—. Tengo el mejor regalo del mundo y ese no tiene precio. No puede comprarse con dinero. Tengo amigos, de los de verdad, y una luna a la que mirar cada noche porque no va a dejar de vigilarme —sonrió con ironía—. Soy el gato más feliz del mundo... Un gato con ratonera. Pero —continuó, mirando a Qamar— antes de que salga el sol he de reponer todo ,al menos, la mayor parte de lo que he quitado para que las luces vuelvan a brillar y siga viviendo la ilusión en los corazones de todos.
—Eso está solucionado. ¿Cenamos? Tengo hambre.

Todos aplaudieron la idea. Ocuparon sus lugares alrededor de la mesa y, doña Candela, la ratita más mayor de la comunidad, fue servida la primera.

—¡¡Feliz Navidad!!
—¡¡Felices Fiestas!!

Qamar sonrió. Hizo un gesto a Ratón y se levantó de la mesa. Se despidió de todos y se acercó a la ventana. Se coló por ella y prendió en el cielo, dejando un halo de plata que lo iluminó por completo mientras las estrellas se subían a su estela para brillar más intensamente.

—Es hermosa —dijo Willson.
—Es inmensa, eterna... —apostilló Ratón antes de soltar un suspiro.
—Deberíamos tomarnos una copa de ese ponche tuyo que no sé de qué está hecho...
—Es un secreto... Por cierto, ¿te vas a quedar de este tamaño para siempre o volverás al tuyo natural?
—No lo sé, pero espero que si vuelvo a mi estado normal no sea dentro de tu ratonera —rio.

"Moonlight" | Felicia Olin



17 de diciembre de 2018

«La fantasía, aislada de la razón, sólo produce monstruos imposibles. 
Unida a ella, en cambio, es la madre del arte y fuente de sus deseos».
Francisco de Goya

"Al borde del arcoíris" | James Browne

17 de noviembre de 2018

La fábrica de estrellas

Erase que es un lugar de esos que nadie conoce pero que todo el mundo sueña que exista y desearía visitar alguna vez. Uno de esos sitios es la fábrica de estrellas. Está más allá de donde se pueda alcanzar imaginar y está tan bien custodiado que los astrónomos nos cuentan otras historias.

Dentro de un enorme enorme, súper hiper enorme caldero mágico se cuece muy lentamente, bajo la supervisión de una magistral Maga, un casi secreto mejunje que al hervir produce un sinfín de burbujitas estelares, compuestas por un gas resplandeciente que exhala unos aromas increíbles e indescifrables. Tras un tiempo de cocción,  aquello empieza a chisporrotear. Esa es la señal que indica a la gran Maga del Universo que el potaje de estrellas está listo. Tiene que asegurarse de que hay suficientes para que el cielo sea como un tapiz de fulgurantes puntitos parpadeantes que los seres humanos admirarán, estudiarán y aprenderán de ellas.

Nebulosa M78 de la Constelación de Orión
Imagen de la red

Pasan por un largo paseo, flotando sobre una especie de camino suave, bajo la supervisión del Hada Cazadora de Estrellas. En una mano lleva un cazaestrellas de hilos de plata que le regaló Qamar, la luna, a quien, en ocasiones, le gusta pasear junto a ella y dar su particular toque brillante. Así es que acaba cansada y se queda hecha gajitos por lo que luego debe descansar una semana para quedarse como nueva.
El Hada cazadora es la encargada de darles el primer nombre y destino. En ocasiones, tiene que cazarlas al vuelo pues surgen con mucha fuerza, muy alegres y dicharacheras, saliéndose de la fila y revoloteando como luciérnagas por toda la fábrica. Algunas logran escapar y ha de solicitar apoyo al Mago del Ejército Estelar para que sus duendes salgan en busca y captura ya que afuera hay muchos peligros: existen unos ladrones que se las llevan sin pedir permiso, se dan un paseo con ellas y las dejan a su libre albedrío.

"Cazadora de astros" | 1956 | Remedios Varo

31 de octubre de 2018

Noche de Samhain

Se acercaba la noche de las ánimas, de las brujas, cuando se abren las puertas al mundo del más allá y las energías entre este y aquel se comunican. La brujita Azul preparaba sus cosas; sobre todo, hierbas que recogía en el bosque de las Luciérnagas a lo largo del año, en su punto de floración o temporada de cultivo. También algún hongo y seta, cortezas de determinados árboles y otras plantas cuyo secreto solo brujitas como ella conocían. Luego las secaba y guardaba para utilizarlas cuando fuera preciso: para curar algunos malestares de los animales o de las personas que quisieran recurrir a su ayuda. Pero la noche de las ánimas o de los espíritus era especial para ella. No solo porque era su cumpleaños  Ya había perdido la cuenta. Desde hacía un tiempo había decidido que ahora celebraría los cumplesiglos, es decir, cada cien años, cumpliría uno.

Little Spell Caster de Nico Niemi

En la madrugada apartó a una bolsita de tela los ingredientes sacados de una receta de su Libro Mágico:
  • agua lluvia bañada por luz de luna;
  • hojitas de menta;
  • media ramita de canela:
  • una hoja pequeña de laurel;
  • dos pizcos de anís en grano
  • una rama de tomillo;
  • dos pizcos de polvo de salvia;
  • una pizca de melisa;
  • cositas secretas.
Y conservó el agua en una calabaza. Todo ello templaba el ánimo y el alma. 

Junto con sus amigas, las brujitas Lila, un poco gótica ella, y Calabaza, de preciosos cabellos naranjas y que siempre iba de princesa, había invitado a todos sus conocidos a reunirse, un poco antes de media noche, para preparar la hoguera cuyo fuego ayudaría a cumplir los sortilegios de aquella noche, donde lo negativo se lanzaba a él y el agua de lluvia bañada por la luz de la luna bendeciría todo lo bueno que sucedía y estuviera por suceder.
Juntos tomarían la pócima preparada por Azul, probarían algunos manjares que Lila había realizado con todo su arte y toda su magia, y harían gasto de los dulces de tan vivos colores que Calabaza había elaborado y cuyos ingredientes siempre eran secretos excepto para determinadas brujas que tenían acceso al Libro Mágico de las Recetas como sus dos amigas.

Ilustración de  Nico Niemi

En esa mágica y especial noche los animales del bosque tomaban su forma humana y se confundían entre los humanos que se acercaban hasta ahí con farolillos. Dejaban estos en una enorme roca, cerca del pequeño meandro del río de las Hadas, a modo de altar para indicar el camino de las almas perdidas que tuvieran algo que decir a sus seres queridos. Los cantos alegres y los cuerpos en danza simbolizaban la alegría de aquella noche donde muertos y vivos podían darse la mano.

La brujita Azul hizo que todos unieran sus manos alrededor de la hoguera. Les explicó que recitaría un sortilegio que luego podrían cantar los demás mientras danzaban en torno al fuego:


"Tarjum... Tarjum...
En la noche de Samhain las brujas bailan sin sol.
Sarcajum... Sarcajum... 
y cantan su canción:
Patas de gallo, piel de gallina, miradas de dragón,
dientes de cabra y pelos de ratón. 
Tartajum... Tartajum.. 
Cuatro palmas, un salto atrás y otro adelante.
Parajum... Parajum... 
Chispas de fuego y centellas sin tuntún.
Requetejum... Requetejum... 
que las almas buenas vengan con luz
y las malas se marchen con son.
Tarjum sarcajum tartajum parajum y requetejum."


— ¡¡Ahora todos juntos!!


"Tarjum... Tarjum...
Ya llega... Ya llega cuando las brujas bailan sin sol."

Después de todo eso, las tres brujitas pusieron en marcha varias escobas con unas palabras mágicas que solo ellas sabían, convidando a los presentes a subir a ellas y dar un paseo bajo la luz de la luna hasta salir el sol.

Imagen de la red

3 de octubre de 2018


«La imaginación es infinita, no tiene límites, y hay que romper donde se cierra el círculo; hay una puerta, puede haber una puerta de escape, y por esa puerta hay que desembocar, hay que irse».
Juan Rulfo

Ilustración de Aeppol, artista surcoreana.

El poder de la imaginación está en nuestra mente, pero mientras esta es finita, la imaginación tiene un carácter infinito e ilimitado, que no solo nos hace únicos, si no que, además, nos convierte en pequeños dioses creadores de un universo maravilloso, forjándonos retos.

26 de septiembre de 2018

Valeria y la brujita Azul

Ilustración de Robert Dowling

Valeria era una niña como otra cualquiera pero con una imaginación desbordante. Una noche dejó uno de sus dientes de leche bajo la almohada, como había hecho en otras ocasiones, para que el ratoncito le trajera algún regalo a cambio de su diente, pero algo sucedió que el ratón no llegó y el diente ahí quedó. Sin embargo, tuvo un extrañísimo sueño.

Soñó que podía volar y, como un pájaro, se posaba en el saliente de un nido en forma de casita que había en el parque cercano a su casa. Podía entender el canto de todos los pájaros, el cri-cri de los grillos y de las chicharras que hacían chasquear sus alas adorando el calor que hacía, el zumbido de los mosquitos y abejitas revoloteando sobre las flores de trébol y los dientes de león, y hasta el aleteo de las mariposas multicolores, así como los demás ruidos curiosos que los otros animalitos producían. En lo alto del cielo, una luz perlada y otra dorada tornaban su vestido en un bonito rosa iridiscente como su pelo.
¡Era todo tan diferente..., tan espectacular, con unos colores tan distintos!

"The Dream", ilustración de Mab Graves

Al despertar, contenta por todo lo que había visto, se lo contó a su madre con todo lujo de detalles. Ella, divertida por la emoción con la que lo vivía, rió por la ocurrencia de la niña que le confesó querer ser un hada con vestido de princesa y así poder volar con unas enormes y brillantes alas multicolores.

—Si lo deseas con mucha fuerza... igual se hace realidad —le dijo su madre.
—¿De verdad?
—De verdad. ¡Y date prisa! ¡Bébete la leche que vamos a llegar tarde al cole!

Desde entonces, no pasaba un día en el que al irse a la cama, apretando mucho los ojos y deseándolo con mucha fuerza, pedía convertirse en hada. Una de esas, sin saber cómo, la habitación se tornó de un suave tono azul y una especie de humo se coló por debajo de su puerta hasta formarse una figura diminuta que se quedó sobre la mesita de noche. Era una brujita, pero no era como las de los cuentos: Era más mágica. Llevaba un precioso vestido en tonos azulados y plateados, como si la luna se hubiera posado sobre su falda, con un ruiseñor acurrucado en su falda y no tenía capirote ni escoba.

Resultado de imagen de bruja surrealismo
Obra de Remedios Varó

—Y tú, ¿quién eres?
—¿No lo sabes? ¡Si me has estado llamando todas las noches!
—¿Yo?  ¡¡No!!
—Sí, tú. Soy Azul, la bruja de los sueños. Y tú eres Valeria y quieres ser un hada.
—Sí, ¿cómo lo sabes? —preguntó la niña sorprendida.
—Yo lo sé todo de ti, hasta que el ratoncito no vino. Te manda saludos y dice que ya vendrá cuando pueda. ¿Por qué quieres ser un hada? ¿No te gustaría ser una mariposa? ¿Una mosca?
—¡¡Aagggggggg!! Una mosca, no —dijo poniendo aquella cara entre la risa y el asco—. Y no quiero ser una mariposa porque me querrían atrapar. Si soy un hada, no, porque me puedo hacer invisible. Así nadie me cogerá.
—¡Ah, mira tú! Eres lista —sonrió la bruja Azul—. Tienes que hacerme una promesa y cumplirla. Si lo haces bien, te aseguro que serás un hada muy especial, que tendrás unas alas muy poderosas, invisibles incluso para ti, pero que te llevarán tan lejos como imagines.
—Vale. Lo prometo.

Azul, la brujita, hizo magia y, extendió sobre la cama un rollo a modo de largo pergamino, lleno de letras grandes de muchos colores.

—¿Recuerdas lo que siempre le prometes a los Reyes Magos y que te olvidas de cumplir la mitad?
—Sí.
—Es lo mismo pero conmigo no valen trampas. Has de cumplirlo sí o sí o tus alas desaparecerán.
—Lo prometo, brujita Azul. ¡Palabra! —Y juntó los dedos índices formando una cruz que besó sonoramente.

La brujita pronunció unas palabras que Valeria no comprendió y, a continuación, desapareció pero antes, con voz clara y dulce, le dijo:

—Recuerda, serás todo lo que quieras ser siempre y cuando te esfuerces en ello. Los sueños se pueden cumplir.  No olvides que tienes unas alas preciosas y una imaginación eterna: Donde quieras, irás.

Y así, con las palabras de Azul, la brujita, Valeria se quedó de nuevo dormida... ¿o lo había soñado?

31 de agosto de 2018

Ratón está pachucho

Aquel día no pintaba muy bien. Había amanecido nublado y, además, durante la noche había habido un poco de frío, más de lo normal. Ratón se había pasado parte de ella así que ¡achis... achis...! y suspirando como si la vida se le fuera en suspiros.
Se había costipado y ni un tazón de té de hierbas le había calmado. El ¡achis... achis...! se había convertido en ¡¡¡.... achiiiisssssss...achiiiisssssss...!!! y en un ¡¡¡Ayyyy!!


El caldo "Monda y Lironda" de la abuela sería un buen remedio aunque no le gustará su sabor. Fue en busca del Libro Mágico de las Recetas para saber si disponía de todos los ingredientes. pero no tenía los que precisaba para prepararlo. Así que, con todas las que pudo, que eran pocas, se abrigó bien y salió a la calle para acercarse hasta el mercado:
  • agua de lluvia;
  • una pizca de esencia de escarcha del día; 
  • unas hojitas de perejil;
  • una pedacito de apio;
  • un trocito de patata; 
  • un par de vainas de judías verdes;
  • unas ramitas de eneldo;
  • extracto de eucalipto;
  • unas hojitas de hierbabuena;
  • un par de semillas de ciprés.

Regresó con la mitad de las cosas así que decidió poner más de lo demás y colocarlo en un puchero grande para dejar que hirviera al fuego. Un par de horas y a reposo hasta poder tomarlo. Mientras, decidió arroparse en la cama. Se sentía destemplado y los pelos se le ponían de punta de tanto en tanto mientras unas incómodas gotitas caían de su hocico.

Qamar, que presintió que algo no iba bien, se acercó hasta la casa de su amigo. Con sus rayitos tocó en la ventana pero Ratón no le abría, así  que, algo asustada, se coló por un resquicio que encontró. Sobre la cama dormía su amigo, hecho un ovillo azulado. Le acarició la frente. Estaba ardiendo y eso no era bueno. De ese modo, se vistió de noche escarchada. Con esa intención intentó bajar la temperatura del pequeño roedor. No cejó en su empeño hasta conseguirlo. Cuando su amiguito abrió los ojos se sintió más tranquila. Le tomó de una patita, mostrándole la mejor de sus sonrisas.

—¿Cómo te encuentras? —le preguntó.
—Mejor —le respondió con un hilillo de voz.
—Te traeré un poco de ese caldo milagroso.
—¡Es tan malo!
—Sí, pero es tan efectivo... —ironizó Qamar, sonriendo.
—¡¡Aich!! —suspiró, resignado.

Qamar le dio un tazón con el caldo templadito. Reticente y tapándose la nariz, Ratón se lo fue tomando. El primer sorbo no hizo nada pero es que apenas se había mojado los labios. Qamar le alentó a seguir. El segundo tampoco tuvo efecto alguno aparente. Pero de pronto, sin más, empezó a sentirse mucho mejor: más azul, más alegre... La nariz recobró ese tono sonrosado y su boca la sonrisa de siempre...
Y es que se sintió como un rey. 


20 de agosto de 2018

Onomaturgia: El arte de crear palabras

Ilustración de Christine Ellger

Seguro que te has inventado alguna palabra, le has dado significado y etimología si me apuras, aunque sea en broma. ¿Sabes que existe una "ciencia" referida a ello? Es la Onomaturgia o Nominología que consiste en la actividad de nombrar, de crear nombres, palabras... Lógicamente, existe su versión extensiva, o sea, Naming.
En cuanto a su etimología se puede decir que está compuesta por òνομα (nombre) y έργον (obra).
De este modo, quien la pone en práctica es un onomaturgo o una onomaturga. Osea, cualquiera podemos serlo. Es una profesión, si se le pudiera decir así, inherente e innata del ser humano desde el principio del lenguaje.

Ya en tiempos anteriores a Platón (Cratilo o de la exactitud de los nombres, escrito hace más de 2000 años) y Aristóteles, había un supuesto mítico al que se le consideraba como generador de nombres, creando una relación causal de propiedades del individuo y el nombre recibido, es decir, se designaba a los recién nacidos con nombres descriptivos, bien por una característica del individuo o por una que se le deseara adscribir. O sea, era un nombre motivado.

Se me ocurre que esto podría tener que ver algo con eso que conocemos como mote, ¿no os parece? Salvo que al mote le precede el nombre aunque este quede relegado a un segundo lugar.
Pero sobre todo lo vemos en nombres de empresas y negocios, productos, marcas, definición de sistemas, deportes... Hay un largo listado.

Ilustración de Daniela Zékina

27 de julio de 2018

Estrellita Locuras

Imagen de la red


Esta es la historia mágica de una pequeña ternerita nacida en una pequeña granja a las faldas de una montaña de picos nevados en invierno y verdes praderas en primavera. 
Cuando nació no parecía muy diferente a las demás: blanca con manchas negras y con un par de perfectas estrellas, como una dentro de otra, marcadas en lo alto de su testuz, lo que la hacía muy graciosa.. Preciosa y traviesa, algo independiente e inquieta, seguía a su madre en la distancia justa, y se arrimaba cuando el hambre apretaba. A veces parecía una cabra, dando brincos de un lado a otro entre el resto de las vacas. Algunas la tociaban* para que estuviera quieta o se alejara. Otras, aguantaban pacientemente; quizá recordaban que también habían sido pequeñas. No era una vaca loca, pero Joaquín, el viejo granjero, la llamaba Locuras porque a él, sí lo traía de calle. 

Aquella mañana, cuando Joaquín entró en la cuadra para limpiar a sus vacas y darles de comer, se percató de que algo raro ocurría. Paquita, la mamá de Locuras, amamantaba a una ternera que se parecía mucho a la ternera, blanca y negra, pero sin estrellas en la frente. La observó detenidamente. Fruncía el ceño y se rascaba la cabeza como si así pudiera venirle una clara explicación de qué había ocurrido con su pequeña vaquita.

—¡Qué extraño! —pensó el hombre, poniendo los brazos en jarras, aunque no tenía intención alguna de pelearse con nadie, mas sí de averiguar qué misterio se encerraba ante sus ojos. 

No le resultó complicado atrapar a Locuras, ya que cuando comía solo atendía a comer. La supervisó bien, buscando la estrella y, al final, la halló en una de las patas traseras. 

— ¡Qué extraño! — insistió entre dientes. 

Día tras día, sucedía lo mismo. Locuras parecía ser la misma. Ahí estaban sus manchitas blancas y negras... y su doble estrella... cada día en un lugar diferente de su cuerpo. Aquello tenía muy confundido al viejo granjero. que jamás había oído hablar de algo así y menos, haberlo visto. Pero debía callar porque sus vecinos podrían pensar que sus vacas estaban embrujadas o, peor aún, que el chiflado fuera él. Y ya tenía bastante con escuchar mil y un aspavientos y protestas por el carácter travieso de la ternera, así como tener que pagar por las consecuencias de aquella manía suya de curiosear los huertos que a su paso hallaba. 

—¡¡¡Esa ternera tuya es una locura!!! —le decían—. ¡¡¡Te va a salir cara!!! 

Estaba claro que tenía que averiguar qué ocurría en el establo. Aquella noche de finales de semana, Joaquín se apostó en la parte alta y observó. No sucedió más allá de la aventura de un ratón paseándose por el borde del comedero, sin miedo alguno, a pesar de la presencia de Lucas, el gato que nunca estaba cuando era necesario. A veces, Joaquín se preguntaba qué para qué estaba aquel gato que se pegaba la vida durmiendo y bebiendo la leche de las vacas. 
A partir de ahí, aconteció lo que otras noches, como siempre había sucedido a lo largo de los siglos cuando la luna se preparaba para bañarse de un rojo amanecer bajo la sombra de la tierra, solo que nadie había prestado el debido detalle al asunto. 

Era algo que ocurre desde que el mundo es mundo, pero desde que el primer hombre miró al cielo y descubrió la luna, se había convertido en un hecho mágico, a veces agorero, cuya comprensión se escapaba a su sencillo entender y cuyas únicas preocupaciones eran que sus cosechas y sus animales no se echaran a perder. Cuando logró comprender los ciclos de la luna todo pareció ser diferente, aunque aquellas noches en las que se mostraba tan grande que ocupaba el horizonte y tan cerca que casi se podía tocar; que brillaba tanto que podía convertir la noche en día o se acicalaba de un curioso tono rojizo, seguían siendo adalid de sus temores y supersticiones. 

Visto su fracaso por haberse dormido, Joaquín decidió repetir la vigilancia. 
Al atardecer, la luna empezó a mostrarse diferente, a ensombrecerse e ir desapareciendo. Estabuló su ganado en la cuadra y cerró a cal y canto, permaneciendo con él. Los animales no se mostraban demasiado inquietos. No así él, que de tanto en tanto observaba a través de uno de los ventanucos, sin abrirlo en exceso, el devenir de la noche. El aspecto de la luna le resultaba turbador. No recordaba haberla visto así antes en todos sus años. 
Joaquín, el viejo y curtido granjero, no olvidaría aquella circunstancia. Cuando despertó, maldijo el momento, pero fue a ver a Locuras. Sonrió agradecido y respiró hondamente, mientras la ternera contemplaba con muchísima atención el vuelo de un diente de león que se había colado por el hueco de la ventana. 

A partir de ese momento, Locuras, la locura de la granja y de los vecinos, pasó a llamarse Estrellita, la joven vaquita a la que el destino había tocado con un halo de magia. Quedaría así, en algún resquicio de la memoria de Joaquín, el misterio que acaeció aquellas noches en la que la luna se vistió con velos rojos y danzó coqueta entre las sombras del cielo.


Imagen de la red

*Tociar es un verbo en aragonés para referirse al hecho de que el ganado se golpee en la cabeza, generalmente, uno contra otro o también cuando golpean a algo o a alguien.

20 de julio de 2018

Palimpsesto

Vocablo procedente de griego antiguo "παλίμψηστον", que significa "grabado nuevamente": La palabra está formada por "pali", que en griego significa «nuevo», y "psao", «raspar» o «frotar», y hace referencia al manuscrito que todavía conserva huellas de otra escritura anterior en la misma superficie, pero borrada expresamente para dar lugar a la que ahora existe.

El más conocido es el Palimpsesto de Arquímedes (Παλίμψηστο του Αρχιμήδη).
Se trata de un libro que fue escrito en el siglo XIII por un escribano llamado Juan Myronas y que en lugar de usar pergaminos nuevos empleó las páginas de cinco libros para escribir oraciones y bendiciones sobre ellos, previo raspado y borrado de los antiguos textos.

Los primeros palimpsestos eran trabajados mediante técnica muy simple, usada, sobre todo, a partir del siglo VI como consecuencia de la dificultad de lograr, en un principio, papiro egipcio y, posteriormente, como unos cinco siglos, por la carencia y alto coste tanto en el precio como en la preparación para el uso del pergamino. El papel todavía no era conocido ya que no llegó a Europa hasta que los árabes lo introdujeron en España allá por el siglo XI.

La vitela sobre la que se reescribía era raspada con piedra pómez y, obviamente, quedaban restos aunque fueran poco visibles. En tiempos posteriores, ya se utilizaron otras técnicas más eficaces como tintura de agallas que se aplicaban con pincel o tintura de Giobert (sulfidrato de amoníaco). Actualmente, se pueden tratar mediante aplicación de diferentes luces, de modo que siempre puede verse lo que había escrito sin dañar el material.

El problema de aquellas primeras aplicaciones no era tanto la técnica como las pocas artes que tenían quienes la utilizaban y cómo gestionaban los documentos. Su forma de reciclar era muy dañina pues no solo raspaban, sino que tambén recortaban, unían "las hojas" como bien les venía y reconstruir esos textos reciclados resulta, en ocasiones, muy complejo o imposible.

Es un término que se aplica a otros campos como la arqueología, la antropología la geología.

Otro de los palimpsestos más conocido contenía las Instituciones de Gayo, en la Antigua Roma, cuyas vitelas estaban toscamente rapadas para reescribir las obras de san Jerónimo. Fue descubierto en 1816 por el historiador Barthold Georg Niebuhr.

Hace apenas un par de meses, salió a la luz el llamado palimpsesto de Sana'a: Uno de los más antiguos manuscritos coránicos conocidos. Se ha convertido en único gracias al buen ojo de una experta francesa, la Dra. Eléonore Cellard, quien observó un texto apenas visible bajo de una copia del siglo VIII de las Sagradas Escrituras del Corán. Un texto de escritura árabe sobre escritura copta. Lo curioso de la historia es que lo descubrió mientra miraba un catálogo de subastas de la casa Christie’s.

Fragmento del raro manuscrito vendido por Christie’s. (Christie’s)
 Fragmento del palimpsesto de Sana'a

11 de julio de 2018

La imaginación.
Ese enorme mapa de señales vivas donde ninguna permanece demasiado tiempo en el mismo lugar.
Cada vez que lo miras descubres algo nuevo que te lleva 
a insólitos e insospechados tesoros.

Ilustración de Alain Donnat

"El reto para todos nosotros es 
tener el corazón de un poeta  y la piel de un elefante". 
Mira Nair

24 de abril de 2018

Truismo

Es una palabra de origen inglés "truism", compuesta por "true", verdad, e "ism", mismo, que no un anglicismo, y recogida por la RAE .
Hace referencia a aquello que es verdad en sí mismo, obvio y evidente, notoria y de sobras conocido. Vendría a ser lo mismo que perogrullada solo que decir "truismo" queda como más serio y contundente, más formal.

Y nada tiene que ver con altruismo, evidentemente.

Lovely Girl With Striped Socks - Ana CBStudio


3 de marzo de 2018

Agibílibus

Este vocabulario en su etimología tiene como base “agibĭlis” que en latín quiere decir ingenioso y diestro, proveniente de “agĕre”, hacer o procurar. 
Podríamos decir que viene a ser aquella persona que es hábil, ágil o espabilada, incluso pícara o burlesca, para desenvolverse en la vida a la propia conveniencia. 
Tampoco estaría mal si lo escribiésemos agílibus. Y su plural es la misma palabra.

La verdad es que ni es fácil de recordar ni de aplicar :-)

"Cuando era joven", Bob Doucette

2 de febrero de 2018

Sui géneris

Locución adverbial procedente del latín que significa ‘de su propio género o especie’, y que se usa en español para denotar que aquello a lo que se aplica es de un género o especie muy singular y excepcional —único, sin igual e inclasificable—. Es decir, aquello que se sale de lo ordinario redefiniendo conceptos como raro o peculiar.

El término fue creado por la filosofía escolástica para indicar una idea, una entidad o una realidad que no puede ser incluida en un concepto más amplio, es decir, que se trata de algo único en su tipo.

En la misma línea tenemos rara avis, ‘ave rara’, para denotar que alguien actúa de manera diferente a los otros, que una persona o cosa es distinta al resto de las de su clase.

Obra de Jacek Yerka

9 de enero de 2018

Carola y el Bosque Oscuro

En el antiguo lenguaje de las garzas blancas, su nombre significa  "el secreto de las caracolas rojas". Tal vez por sus ensortijados y rojizos cabellos decidieran llamarla así pero, en realidad, todos la llamaban Carola. 
Su tez blanca tamizada por unas aureolas rosáceas rodeadas de unas graciosas motitas que se extendían por el resto del rostro, sus inmensos ojos celestes... la hacían peculiar, mas sus profundos y largos silencios, su capacidad de observar más allá de lo que los simples mortales pueden hacerlo y tener la sensibilidad suficiente como para conectar con la Naturaleza, la hacían única.

Hablaba el lenguaje de los árboles, de las aves y se entendía con el viento, la lluvia y el sol. Mantenía largas conversaciones con la luna y jugaba al escondite con las nubes, y, cuando se bañaba en las aguas del río, los peces e insectos que en ellas vivían acariciaban su piel como si reclamarán su atención, contentos de saberla ahí. Tenía un aura especial. Y los habitantes del bosque lo sabían por eso la custodiaban como ángeles guardianes.

No era un hada, pues carecía de alas de mariposa a su espalda. No era una dríada pues no tenía orejas puntiagudas y era mucho más alta que ellos. Tampoco una ninfa pues, curiosamente, no sabía nadar por más que habían intentado enseñarle. Se agarraba a los lomos de los peces más grandes y recorría la transparencia de las charcas, lagos y ríos. Ni se trataba de una noma pues las setas se le quedaban a la altura de los tobillos.

Ilustración digital obtenida de la red
Se hacía acompañar por un curioso ser, una especie de pequeña águila de plumaje blanquiazul, como un cielo adornado de cirros de algodón, cuyo canto recordaba al de las sirenas del mar, con sonidos tan agudos en ocasiones que temblaban hasta las hojas de los árboles y sus raíces tiritaban como en el más crudo de los inviernos. Su nombre era impronunciable por los humanos e, incluso, por algunos de los habitantes del Bosque. Así que cada pueblo le daba un nombre distinto. Carola lo llamaba Pi aunque la conexión entre ambas era tal que se comunicaban a través de la mente.



Juntas recorrían el bosque de un lado a otro pero tenían una zona prohibida. Una zona donde reinaba la oscuridad y donde unos seres tenebrosos, llenos de maldad, reinaban a sus anchas aunque bajo el mandado de un Emperador de negro corazón y alma llena de resentimiento.

Fotografía hallada en la red

Por eso, al caer la tarde, cuando el sol se escondía y coincidía el novilunio, los habitantes del Bosque de la Luz, se refugiaban en secretos escondites hasta que amaneciera y se disipara el peligro oscuro. Y siempre, siempre ocurría algo... ahí, en el Bosque Oscuro o, el Bosque de los Árboles sin Hojas como también era conocido desde el otro lado. Aguas estancadas y negras, ciénagas, una perenne niebla que se movía a ras de suelo o se elevaba creando un paraguas frío e inquietante bajo el que se refugiaban entes tan horripilantes que describirlos era imposible. Ni los orcos ni los trolls les podían hacer sombra... pero eso ya es otra historia...

5 de enero de 2018

¡¡Ya llegan los Reyes Magos!!

Hoy es un día de esos que tienen la noche mágica. Una noche donde reina la fantasía, donde grandes y chicos nos ponemos a la misma altura, con la misma ilusión, sin pedir nada... o pidiéndolo todo, y que es bueno que entre tanto, o entre lo justo, haya un poquito de carbón que nos dé un toque de atención y nos ponga los pies en la tierra, que nos diga que no todo es fácil y que no todo se logra, sabiendo que no todo llega... 

Hoy vendrá esa noche donde nuestra ilusión de adulto se refleja en la mirada inocente de un niño, donde, sin darnos cuenta, sonreímos al ver una sincera sonrisa, donde nos emocionamos e intentamos controlar ese huracán de niño que nos nace dentro al ver la naturalidad y alegría de otros. 

Hoy sí es un día con noche de magia, una magia no completa pues siempre hay alguien que su todo es un enorme nada, pero queda vida y queda amor, y queda una caricia en forma de mirada, sonrisa, abrazo o beso... 

Hoy es el día de la emoción, hoy es un día de vísperas, un día de "¡¡¡Ya vienen los Reyes...!!!" Sed buenos. Sed buenas... aunque de nada sirve si solo hoy os portáis bien :-) y sonreíd, y haced, hagamos, que el calor humano, los valores, las buenas intenciones con sus consabidos buenos hechos, sean el mejor regalo que podamos hacer.

Melchor, Gaspar y Baltasar

Ilustración extraída de la red


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